La importancia los otrxs

por Lenka Kegevic

Cuando recién nació mi primer hijo, recuerdo que sentía que hasta lo más mínimo, me superaba. Te entregan a tu guagua, te mandan a la casa con un par de orientaciones, pero es muy difícil dimensionar o imaginar cómo yo iba a sentir e interpretar lo que pasa fuera de la clínica, lejos de las enfermeras, y muchas veces, sola en la casa.

Meterme a la ducha era una cruzada titánica ya que en mi cerebro inundado en hormonas y leche, estaba la fantasía de que en esos 3 minutos y medio, mi hijo podía sufrir las cosas más impensadas. Consecuentemente, arrastraba la cuna hasta la puerta del baño mientras él jugaba tranquilo y ajeno a todos mis fantasmas. Este es sólo uno de los ejemplos de la cantidad de cosas cotidianas que sentía que era imposible hacer, manejar o controlar. Para qué hablar de cuando apareció el primer moco, la primera fiebre, esos llantos descontrolados que siempre achacamos a los supuestos cólicos (y que a los doctores les encanta interpretar como una posible alergia a la proteína de la leche y la consecuente dieta…).

Y así fue creciendo, y las preocupaciones fueron mutando, pero la sensación de estar abrumada se repetía ante ciertas situaciones en que sentía que no sabía por dónde resolver. Independiente de cuál sea el, en mi cabeza, problema, hay algo que me ha servido a lo largo de todas las edades de la corta vida de mis hijos: conversar. Cuando han sido guaguas, me ha servido enormemente buscar a alguien (amiga, mamá) para preguntar o compartir preocupaciones. Contar con un par de personas que sintiera que podían escucharme y darme su opinión/experiencia/apoyo, fue un alivio enorme y ha seguido siendo. Me permitió saber que no soy la única, que a mucha gente más le han pasado cosas similares a las que yo consideraba tan personales e intransferibles. Para mi también fue importante elegir a quiénes quería y necesitaba como “asesoras”: busqué a alguien que yo respetara en su forma de funcionar con sus niños, que no me agobiara, y por sobre todo, que no me juzgara.

La amiga, la tía, la abuela, la matrona, quien sea pueden ejercer ese papel. Lo importante es tener un espacio para compartir. Aún hoy, que mis hijos están un poco menos chicos, sigue siendo necesario, aunque haya cambiado su rol y su intensidad. Cuando eran guaguas, necesitaba apoyo y consejos, otras personas podrán requerir otras cosas. Ahora que han crecido, y yo como mamá con ellos, estos roles han pasado a conformarse más en espacios para mi, mi energía, mi oxígeno.

En esta etapa, conversar con otras mujeres ha sido un descubrimiento: compartir cosas que me estaban pasando y darme cuenta que a TODAS las que estábamos participando de la conversación nos pasaba lo mismo. Al mismo tiempo me ha permitido enriquecerme de cómo cada una le estaba haciendo frente. Y en otros momentos han sido una válvula de escape a la rutina cotidiana, que si bien nos llena el alma, es importante reconocer que podemos sentirnos agobiadas.

En síntesis, hoy me parece obvio, pero en ese momento buscar apoyo se me hacía una tarea más para la que no había ni tiempo ni energía, sin darme cuenta que era el primer soporte que me iba a sostener y ayudar a estar bien.

Lenka Kegevic
Psicóloga

La Dificultad de ser Padres

Por Lenka Kegevic

La crianza no es fácil. Ser padres no es fácil. Cuántos artículos y libros relacionados con el tema comienzan con o contienen frases como estas. Es que son ciertas. No es fácil. Pero he estado pensando y dando vueltas al por qué y me estoy convenciendo que la dificultad no radica tanto en la tarea de criar en sí misma, si no en el desafío que nos pone a los padres como personas.

Me explico. Cuando estamos criando a otra personita, en especial cuando queremos romper con las formas tradicionales de crianza, o con cómo nos criaron a nosotros, y buscamos acercarnos a una crianza positiva, respetuosa, amorosa, o la etiqueta que se prefiera, la dificultad real radica en tener que encontrar, pulir, re descubrir, crear, educar, formar, rescatar, sanar, lucir, una mejor versión de nosotros mismos.

Nos desafía a estar muy atentos a pequeñas cosas ya que todo le enseña a los niños. Nos presiona a tener autocontrol en situaciones en las que normalmente podríamos perder un poco (o mucho) el control de nuestras emociones ya que esa es la mejor forma de que nuestros niños a aprendan a regular la expresión de lo que sienten. Nos invita a aceptar todas nuestras emociones, si, esto incluye aquellas que nos incomodan, y a expresarlas de una forma sana, considerada, respetuosa y constructiva ya que es el único camino para que nuestros pequeños se sientan cómodos con sus mundos emocionales.

Nos lleva a enfrentar prejuicios y aceptar llantos que a nosotros no nos aceptaban, a flexibilizar las reglas que no tienen sentido, a cuestionar nuestras creencias y prejuicios arraigados en nuestra médula y ver cómo cambia la métrica cuando se aplica a nuestros hijxs.

Nos enfrenta a aspectos de nosotros que quizás antes nos veíamos, estaban oscuros, callados, y ahora debemos mirar con luz directa para poder hacer bien nuestro trabajo más importante y trascendente. Y cuesta. Y es difícil. Y a veces es duro. Y a veces duele. Pero se paga.

El trabajo que cada padre que quiere criar positivamente debe hacer consigo mismo es importante. Implica no sólo estar presente con los hijxs si no estar presente con nosotros mismos. Estar atentos a lo que le pasa a los niñxs sin pasar por alto lo que nos pasa a nosotros. Conectarnos con ellos y mantenernos conectados con nosotros mismos. Tener paciencia con ellos y tenernos paciencia también. Perdonar sus errores y saber perdonar los nuestros, el mensaje es aprender de ellos. Ayudarlos, pero ayudarnos antes a nosotros. Y por sobre todo aceptarnos, querernos, respetarnos… ¡Lo estamos haciendo lo mejor posible! ¡Lo estamos haciendo bien!

Lenka Kegevic
Psicóloga

Criando en Pareja

por Lenka Kegevic

Para los padres, al igual que para las madres, el paso a la paternidad genera ansiedades, preguntas, miedos, además de alegrías y expectativas. Algunos padres tenderán a preocuparse menos porque descansarán en que la madre de la criatura podrá orientar lo que venga, otras parejas, podrán vivirse el proceso en conjunto, otras por separado. Pero para todos es un reto, que también genera un cambio en la relación, que pasa de ser una relación de pareja, de dos, a una relación de pareja, pero además de padres, y ahora son 3.

Surgirán nuevos conflictos: abrigar o no, bañar o no, dejarlo llorar o no (ojalá que no), hacerlo dormir en brazos o no, recibir o no visitas, y muchas otras cotidianidades. Incluso podrán surgir conflictos más profundos como celos, o sentimientos de exclusión, o recriminaciones por expectativas no cumplidas, o por conceptos de familia o de crianza en los que pueden no estar de acuerdo, o simplemente por la falta de sueño, o por la disminución en la atención que se le puede estar dedicando a la pareja en pos de la guagua.

Por lo anterior es importante que las parejas se preparen para este paso. ¿Cómo? Conversen acerca de lo que se viene. ¿Qué esperan el uno del otro? Desde cosas trascendentales, como los valores familiares, hasta cosas rutinarios como: cómo van a organizar la rutina de la casa una vez que llegue la guagua: ¿quién va a ir al supermercado? ¿Cocinar? ¿Recibir a las visitas?, ¿cómo van a organizar las noches? En caso que haya más hermanos: ¿cómo van a dividir el tiempo para dedicarle tiempo exclusivo a los otros hermanos con ambos padres? (juntos o separados). Proyecten la posibilidad real de que el poco tiempo que les quede, lo van a querer dedicar a descansar: será necesario agendar tiempos para dedicarse como pareja. ¿Quién los puede apoyar con los niñxs para poder darse un tiempo para ustedes?

Es importante también que reconozcan sus miedos e inseguridades para que puedan apoyarse y vivan esta etapa juntos como pareja de padres. De esta forma es más fácil que puedan apoyarse con más fuerza en los temas en que el otro se sienta especialmente inseguro o atemorizado. No debemos olvidar que la falta de sueño, la adaptación a la nueva rutina, la sobre carga de responsabilidades, y probablemente de trabajo, son cosas que generalmente afectan tanto a la madre como al padre, con todo el mal genio y baja de ánimo y de energía que eso que conlleva.
Consecuentemente, es muy importante para todo lo anterior, que trabajen la comunicación, la empatía, y la comprensión. Revisiten constantemente los temas que les parezcan importante, ya que una cosa es para lo que puedan haberse preparado antes de que llegue la guagua, y otra es lo que están viviendo con el bebé en casa.

Intenten mantener un ambiente de tranquilidad en su hogar, ya que las guaguas (y los niños), no importa cuán pequeñas sean, son capaces de detectar las emociones que los rodean, y requieren sentir un ambiente de seguridad para poder crecer y desarrollarse de forma positiva.

¿Algunos otros consejos? Padres: cooperen en las tareas domésticas, involúcrense activamente en el cuidado de la guagua, permitan que la madre tenga períodos de descanso, comprendan que la madre esté más cansada de lo normal y más enfocada en la guagua que en nada, y por supuesto, con una serie de hormonas decantando en su cuerpo, las que necesitan ser comprendidas, aceptadas, observadas.

Madres: permitan que los hombres se involucren, no traten de abracarlo todo, préstenles atención e involúcrenlo activamente en este proceso, permítanles pasar tiempo con sus hijos, manténgalos al tanto de las cosas que se pierden por no poder estar con ellos tantas horas como ustedes.

Ambos: son una pareja, un equipo, no se recriminen, en su lugar, busquen alternativas de trabajar juntos para lograr el objetivo final que va más allá de la guagua: la familia. Recuerden que estos cambios en la vida cotidiana son normales, son parte del proceso de ser padres, y son una etapa. Luego tendremos que ir adaptándonos a nuevas etapas, con nuevas características, nuevos desafíos, y nuevas maravillas. Analicen los ajustes juntos, busquen el acomodo preciso para su familia, dense los tiempos necesarios para adaptarse, y no se cierre a pedir ayuda a sus cercanos. De ser necesario, considere apoyo profesional

Lenka Kegevic
Psicóloga

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