12 tips para clamar a nuestros hijos en momentos de rabia
Por Lenka Kegevic
Comparto con ustedes la nota que hice para Revolución Mamá. Espero que les guste.
Conoce 12 tips para poder controlar la rabia en niños, que por muy negativo que parezca, trae cosas positivas en el ser humano.
Cuando nos llaman del colegio o del jardín para decirnos que nuestro hijo tuvo un acto de agresividad, nos baja una angustia terrible, nos sentimos culpables y frustrados como padres, y no sabemos cómo manejar la situación.
La mayoría de las veces no reaccionamos de una manera efectiva y nos quedamos en la justificación de los hechos, porque, “como padres, no nos gusta ver que nuestros hijos vivan emociones que parecen hacerlos sentir incómodos, o que a nosotros mismos nos incomodan. Por esto, tendemos a tratar de evitarlas, o tratar de “se les pasen” lo más rápido posible. Para esto usamos diferentes estrategias. Lo que no sabemos es que muchas de estas estrategias pueden llevar a que nuestros hijos no sepan lidiar con sus propias emociones en el futuro a corto y largo plazo, dice Lenka Kegevic, quién es Psicóloga de la UC, Directora Criando Positivo y realiza Asesorías a padres en temas de maternidad y crianza.
Por esta razón es importante reaccionar de una manera efectiva para poder lidiar con esta situación de la mejor manera. “Como sociedad tendemos a negar y evitar las emociones que nos parecen incómodas. A veces proyectamos nuestra propia incomodidad en las vivencias de los niños, y los retamos cuando lloran, o minimizamos la causa de la rabia, o anulamos y cambiamos de tema. Con estos comportamientos estamos trasmitiendo que esas emociones no son válidas, o no son aceptadas. Y ¿cuál es el problema? Que los niños, y nosotros, sentimos emociones placenteras, pero también sentimos las displacenteras. Y no las sentimos por elección, simplemente las sentimos. Por lo tanto, debemos asumirlas como emociones tan válidas como la alegría”.
La agresividad es una fuerza interna que surge de nosotros para dar respuesta a diferentes situaciones que nos molestan e incomodan, nos producen tensión, y enojo. La Directora de Criando Positivo nos entrega 12 tips para que nuestros hijos puedan controlar de la mejor manera esa sensación de frustración ¡Pon atención!
Mantener la calma nosotros: Los adultos: Nuestra propia incomodidad frente a la rabia de nuestros hijos no nos va a ayudar a acompañar a nuestros hijos a transitar por este estado emocional. Entonces, debemos intentar, por un lado, dejar nuestras emociones de lado para enfocarnos en el niño, y por el otro lado, aplicar el consejo que viene a continuación.
Comprender que la rabia es una emoción: Tal como la alegría, la pena, la sorpresa, el miedo, el enojo, la vergüenza, entre otras. Se trata de una emoción que nos hace sentir incómodos, o una emoción de disforia y por eso queremos que nuestros hijos no la sientan, o la sientan lo menos posible. Pero si la vemos con una emoción más, comprendemos que todas las emociones son válidas, que no hay emociones malas, por lo tanto, merece ser sentida. Si proyectamos, la rabia es una emoción que eventualmente va a sentir. Todos sentimos rabia en algún momento de nuestra vida, por lo que es mejor que la conozcan y entiendan lo que les está pasando desde chicos.
No enganchar: No va a dejar de sentir rabia porque nosotros le digamos que ya basta, lo retemos, o consideremos que no es para tanto. Con esto, sólo lograremos que no se sienta cómodo con lo que está sintiendo. Porque nos guste o no, siente rabia y no puede evitarlo.
Las emociones no se eligen: Simplemente se sienten. Por lo tanto, solo nos queda empatizar con ellas.
Ver de dónde viene la rabia: Podremos contener y empatizar mejor si es que conocemos lo que provoca: ¿”te dio rabia que tu amigo no te diera de sus dulces?” “Al parecer te dio rabia que ese niño te pegara, aunque haya sido sin querer…”
Etiquetar la emoción: Esto quiere decir ponerle un nombre a lo que está sintiendo el niño: eso que estas sintiendo se llama rabia. Podemos complementar contándoles que nosotros también hemos sentido rabia, y podemos ejemplificar alguna situación. El paso de etiquetar y nombrar la emoción, junto con la empatía y aceptación de ésta, es fundamental para que los niños comprendan y se familiaricen con su propio mundo emocional. Conozcan lo que sientan y comiencen a identificar, ellos y nosotros, qué gatilla estas emociones. Hay quienes sienten rabia cuando no logran lo que quieren, otros cuando se les dice que no, otras en ambas, otras en ninguna.
Presentarnos como un espacio de contención: Cuando no juzgamos la emoción, podemos acoger a nuestro hijo en lo que está sintiendo. Mostrarnos como un espacio seguro al que puede recurrir cuando emociones intensas e incómodas aparezcan. Destaco dos elementos en este consejo: espacio seguro, es decir en el que el niño se sienta fuera de peligro; y de contención: donde se acepte lo que siente ¿“Quieres un abrazo?” ¿“Te acompaño mientras me necesites”?
Enseñar estrategias de calma, luego de empatizar y etiquetar: Frasco de la calma, música, respiraciones o incluso distracciones. Los abrazos también sirven para este propósito.
Comprender nosotros y trasmitir a los niños, que las emociones son transitorias: Aún cuando sintamos que esta rabia la vamos a tener por siempre, esto no es así. Eventualmente bajara de intensidad o dejaremos de sentirla.
Nuestro rol es acompañar estos estados: Ayudarlos a transitar por estas emociones de manera que puedan resolverlas de forma constructiva y comprendan su propio mundo emocional. Mientras más acompañemos a nuestros hijos, empatizando con la emoción y etiquetándola, menos tiempo pasarán nuestros hijos en estados emocionales displacenteros. La rabia, como dije antes, es una emoción más, que va a sentir muchas veces en la vida. No hay que negarla, hay que aprender a gestionar los comportamientos asociados a ella. Todas las emociones son válidas y bienvenidas. Todas tienen su rol en el desarrollo y el crecimiento. Si las negamos cuando los niños son pequeños, cuando vayan creciendo no sabrán qué les ocurre ni qué hacer con lo que sienten o se juzgarán duramente por sentir lo que no les han permitido sentir. No tendrán estrategias adaptativas para gestionar su rabia.
La emoción no se elige, pero el comportamiento sí: Hacer todo lo anterior no quiere decir que los niños pueden hacer lo que quieran al amparo de que sienten rabia. Cuando es necesario, debemos limitar la acción, aún cuando comprendamos de dónde viene. ¿“Parece que te dio rabia que ese niño te pegara? Aunque fuera sin querer. Pero no está bien que le hayas pegado tu después”.
Aprendamos a lidiar con nuestra propia rabia: No hay mejor enseñanza de los padres que la que se da a través del modelaje, es decir, de lo que somos y de lo que hacemos. Si nosotros explotamos a gritos cada vez que sentimos rabia, sin explicación, es altamente probable que, aunque hagamos todo lo anterior, nuestros niños repitan lo que ven en nosotros.
Por lo tanto, la invitación es primero a mirar nuestra relación con la rabia, y con las emociones que no nos parecen del todo cómodas a la par de intentar apoyar a nuestros hijos.
No dejemos que nuestros hijos repriman este sentimiento. Se puede utilizar como una herramienta positiva en su vida, siempre y cuando se canalice de buena forma.
Lenka Kegevic
Psicóloga Educacional UC